En cuanto abrí los ojos esta mañana surgió un pensamiento: “para sanar es fundamental aportar luz”.

Creo que esto surgió porque durante varios días me he sentido cansada, sin energía, como sin vitalidad. Esto no suele ser habitual en mí, así que me dediqué a observarlo.

Mi cabeza me dio razones. Las tomé. Éstas cobraron fuerza a medida que las iba ampliando con otras informaciones. Me sentí agobiada y derrotada. Parecía que una espiral me arrastraba hacia un espacio oscuro y sin esperanza.

Esto me recordó que una vez estando en el mar una corriente me arrastró de tal forma que no podía escapar, y cuanto más me empeñaba en querer salir más cansada estaba. El miedo aceleró mis pulsaciones y la respiración agitada se hacía cada vez más difícil. Así que, la opción que me vino a la mente fue dejarme llevar, dejar de pelear y buscar el momento en el que la fuerza del mar me diera una tregua para así poder salir de aquel atolladero.

El recuerdo de esta experiencia me vino perfecto para el día de hoy. Porque cuanto más me esforzaba por nadar contra la corriente, mayor era el agotamiento y éste me impedía ver la inutilidad del desgaste energético sin una dirección.

En el caso del mar, lo que me fue útil fue centrarme, recuperar el aliento y encontrar el momento oportuno para tomar el impulso de salir de ahí. Así que ahora mismo, lo que resuena en mi interior es: parar, respirar y tomar consciencia del presente.

¿Qué el presente me muestra incomodidad? La miraré en mí.

¿Qué el presente me muestra incongruencia? La miraré en mí.

¿Qué el presente me muestra irritación? La miraré en mí.

Es la manera en la que puedo aprender. Porque esconder los conflictos debajo de la alfombra no los hace desaparecer. ¡Parece tan obvio! Sin embargo insistimos e insistimos. Nos resistimos y negamos lo evidente. Somos capaces de inventarnos historias que justifican lo que está sucediendo con tal de no asumir que nos está tocando dentro, con tal intensidad, que preferimos esconderlo a sentirlo.

Para salir de la espiral que nos arrastra a la inconsciencia es primordial conectarnos con nuestra propia luz. Ésta nos señala el camino al interior, el lugar donde reside el amor que nos conecta con la vida.