El paraíso dentro
06/04/2020 2022-02-15 17:33El paraíso dentro
Estábamos sentadas una frente a la otra. Emilia se acercó como para hacerme una
confidencia. Me dijo que le daba miedo ser ella misma.
No me sorprendí al escucharla porque este pensamiento había vivido conmigo durante
muchos años.
Le agradecí que me confiara esta sensación porque me permite ver en mí el miedo que
todavía emerge cada vez que cambio los patrones con los que estoy cómoda y a salvo.
Emilia me dijo que se sentía triste y sin energía. Que no sabía cómo salir del círculo
vicioso en el que se encontraba.
¿De qué círculo? Le pregunté.
Ese que me devuelve miradas de desaprobación, ese que me dice que no puedo, que no
valgo, que mi presencia es molesta, ese que me mantiene prisionera, ese que me deja sin
aire y en el que me cuesta respirar.
Ella había creado un espacio, un círculo, que la engullía y la alejaba de su felicidad. Se
había creído las etiquetas que la catalogaban, se las había apropiado para crearse una
identidad con la que funcionar. Tal vez en algún momento le fueron útiles, no lo sé, al
parecer este rol la hacía sentir que pertenecía.
Pero como la vida es cíclica, esto ya no le funcionaba y el mundo le devolvía una imagen
que no quería ver.
No quería asumir que era fuerte, porque esto traía consecuencias, para ella ser fuerte
implica ser poderosa y a veces esta condición te aleja de la gente.
No quería asumir que su inteligencia buscaba expresarse, porque si hablaba podía
ocasionar rechazo y ese vacío no lo podría soportar.
No quería asumir que su valía estaba ahí, disponible para cuando ella decidiera
reconocerla.
Romper el molde que nos aprisiona es un reto que muchos no queremos experimentar
porque esto implica que dejemos de encajar. Es entonces cuando nos preguntamos que
sentido tiene tanto esfuerzo por agradar, por que nos quieran, por que nos aprueben, si al
final, en soledad es cuando nos descubrimos unos farsantes porque somos nosotros lo
que no nos agradamos porque nos encontramos con nuestra falta de honestidad. Y es ahí
cuando buscamos que otras voces disfrazadas de miedo nos devuelvan la confirmación
de que no saldremos jamás de dónde estamos.
Vivimos tapándonos los oídos para no escuchar la sinfonía de la vida que nos invita a
danzar a su son. Nos resistimos porque a veces preferimos andar al vacilante paso de los
necios.
Vivimos a ciegas en un paraíso que no nos permitimos disfrutar. Solo hay que mirar
dentro y reconocer que ahí está nuestra paz, el universo entero esperando ser develado
para Ser.