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Proyecciones

mirar el mundo
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Proyecciones

¿Con qué ojos miras el mundo que te rodea? ¿Acaso lo miras con resignación o con esperanza? ¿Con alegría o con tristeza? ¿Con ilusión o con incertidumbre? ¿Cómo miras el mundo que te circunda?

Me lo pregunto porque cuando observo una situación cotidiana o converso con algún conocido, veo que hay mucha radicalidad en la forma de opinar. Veo que la comodidad en la que estamos apoltronados nos lleva a tomar la información como viene sin contrastarla, sin investigar, sin observar las partes, que se toma partido de manera precipitada, poniéndonos de parte de unos y en contra de otros.

La televisión, las redes sociales, hasta las conversaciones de mercadito de barrio son como una representación en un coliseo romano, en el que se suelta a alguien en el centro y le lanzan los leones. Alrededor todos gritan y corean sin tener la más mínima idea de por qué esta esa persona a punto de ser sacrificada.

Todo esto tiene un sentido, las frustraciones personales, la incomodidad, las presiones, los desengaños, la rabia acumulada, la impotencia, son como energía encapsulada que busca por dónde salir porque si no lo hace explosión dentro. Este sentirnos engañados, utilizados, estafados, defraudados, indignados, lo único que hace es encender la ira que necesita ensañarse contra algo o contra alguien. Porque es más fácil creer que soy una víctima de las circunstancias, o de alguna persona, para no tomar mi propia responsabilidad.

Si observamos con atención veremos que estamos absolutamente contaminados por opiniones, ideas, información proveniente de medios de comunicación, políticos, periodistas, publicidades abiertas y encubiertas, profesionales de infinidad de gremios, etc. Los conceptos están en nuestras cabezas porque hemos sido educados y entrenados para funcionar en un sistema en el que estudias desde edad temprana, en la adolescencia te sigues formando y de adulto te dedicarás a algún trabajo, estudiado o aprendido, para comprar, consumir, tener un estatus, una vida social, una imagen, ganar un sueldo, y así entrar en la rueda del mes a mes, del desprecio de los lunes, de unos pocos días de vacaciones para disfrutar (si hay suerte o eres un privilegiado) porque las necesidades superficiales se vuelven fieras enjauladas que nos empujan a desear con desesperación cosas que después guardamos en algún rincón y al poco tiempo olvidamos.

Dejarnos arrastrar por la comodidad tiene un precio muy alto, que pagamos con el tiempo que no dedicamos a nutrirnos, a atendernos, o a despertar. El precio que pagamos es dormirnos en la ignorancia, rendidos a creer que no hay opciones, condenados por nuestros propios juicios para encarcelarnos en una rutina abarrotada de deberes.

Yo propongo mirar el mundo con ojos neutros, para ver de verdad, para aclarar la visión, para amplificar la estrechez de la mirada, para descubrir que me enfocaba en la pequeñez en vez de disfrutar de la inmensidad, para desterrar los filtros que nublan mis ojos y mi consciencia.

El mundo que veo fuera es la proyección del mundo que vivo dentro, y en medio de la confusión interior, la lucha que despliego fuera es la lucha que mantengo conmigo, peleando con mi sombra, en la oscuridad de mi mente, inconsciente e inocente, para algún día despertar.

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